Friday, July 06, 2007

Algo de Bucay. Déjame que te cuente... La esposa del ciego.

—Parece que entráramos en otro campo, el campo personal y subjetivo de qué le pasa a cada uno frente a la mentira. Y, en todo caso, por qué estaría mal mentir. Miles de veces hemos visto juntos que la sociedad en que vivimos detesta los individuos impredecibles. Esto significa una pérdida de control que complica las reglas de juego de la convivencia, por lo menos en el sistema tal como está estructurado. En este sistema, mentir está mal porque si mientes nunca voy a poder saber a ciencia cierta, qué piensas, qué haces, ni qué te pasa. Para conservar el control de la situación yo, como todos, necesitamos hechos verdaderos y si mis sentidos no alcanzan a informarme, necesito de la información que me des, necesito creer que lo que me dices es cierto.

— Pero si no puedo confiar en lo que me dicen los demás – argumenté— tampoco puedo vivir.
— Nadie puede prohibirte que confíes, Demián. Lo que cuestiono es que pretendas prohibirle al otro que mienta.
—Pero, Jorge, si cada uno dijera lo que se le canta, todo se volvería un horror. Si todos mienten y nadie puede creer en nadie, la situación se transforma en un caos.

— Es una posibilidad –dijo el gordo— pero no es la única. Hay otra posibilidad que es la que a mí me gusta pensar como más probable. Dijimos que uno miente porque juzgándose a sí mismo, teme el juicio de los demás. Dijimos también que el que miente ya se condenó.
Pero imagínate un mundo en libertad, un mundo de permisos inconmensurables, un mundo donde nada tenga que ser prohibido, inconveniente ni obligatorio...
En un mundo así, nadie se condenaría, ni se juzgaría, ni esperaría juicios críticos de los demás. Y entonces, quizás suceda que con la libertad de mentir o no mentir, con el permiso de decir la verdad u ocultarla, quizás suceda que todos a la vez dejemos de mentir y el universo se transforme por fin en un espacio confiable y relajado...
Esa también es una posibilidad...

Monday, July 02, 2007

La parábola de la oruga.

Avanzamos así. Y si aprendiéramos de esto, los de la cola, en vez de tirar del culo para detrás empujaríamos con nuestros gritos de ánimo a la cabeza y no la haríamos sufrir tanto.

Para avanzar, la cabeza de la oruga comienza a tirar hacia delante, el cuerpo se tensa y sufre mientras que el culo se aferra para no caerse. No digo que el culo deba dejar su prudencia, gracias a ello la oruga sobrevive. Pero sí debería dejar su miedo y animar un poco.

Cuando eres intransigente o cruel, cuando alguien te parece demasiado atrevido o simplemente te parece mal porque va en contra de lo que crees que tiene que ser así y basta... ojo si quieres avanzar, no vayas a ser lo que el culo de la oruga deja detrás, y no te ofendas. La oruga entera acaba yendo hacia adelante. Fue una promesa y es una marcha irrenunciable. Hay que tener la humildad suficiente para valorar a la cabeza, porque, en el fondo, cabeza y final son sólo una misma cosa. Una oruga.