Fue la creencia bajo la que se escribieron los documentos que declaraban el destino de una nación.
Podemos conseguirlo.
Fue susurrado por los esclavos y los abolicionistas mientras enarbolaban la bandera de la libertad.
Podemos conseguirlo.
Era la canción que los inmigrantes entonaban desde el agotamiento de las orillas lejanas y de los pioneros que se enfrentaban a la naturaleza inclemente camino del oeste.
Podemos conseguirlo.
Era la llamada de los trabajadores que se unían, de las mujeres buscando su derecho al voto; del un presidente que eligió la luna como nuestra única frontera, y del rey que nos llevó a la cumbre para señalarnos la tierra prometida.
Podemos conseguirlo.
Con justicia e igualdad.
Con puertas abiertas y prosperidad.
Podemos sanar esta nación.
Podemos reparar el mundo.
Podemos conseguirlo.
Podemos.
La batalla será larga, pero sabemos que no importan los obstáculos que se alcen en el camino. Nada parará las voces de millones de personas que piden la oportunidad de un cambio.
Nos han dicho los más cínicos que no podemos. Sus voces se alzan y harán más ruido. Se nos quiere bajar a la inacción de no tener sueños. Se nos advierte que no demos falsas esperanzas.
Pero la historia increíble que América ha protagonizado nos cuenta que jamás hemos fracasado en nuestra esperanza.
Ahora las esperanza de la niña que va al cole en Dillon es la misma que la del chico que aprende en las calles de Los Ángeles. Recordaremos que algo está pasando en América; que no estamos tan divididos como dicen nuestros gobernantes; que somos un pueblo, una nación, y que juntos, escribiremos el siguiente gran capítulo en la historia de América con tres palabras que volarán entre los océanos y entre la luz de los horizontes.
Sí. Podemos. Conseguirlo.
Saturday, February 09, 2008
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