Tengo una verdad grande que tiene nombre
y que no deja de rebosarme y que me pide boca:
torpe instrumento que se me cierra por no ser
maza que rompa lo que a mi parecer,
pobre prejuzgador indeciso, se me antojan
(de pensamiento, palabra y omisión,
pobre indeciso idiota) blanqueados oídos
que me deshojan.
Sólo veo verdad y bien en lo que
recibo como buena nueva, favor a un
hermano que no ve lo que veo a no
ser
que sea yo el ciego que se equivoca si calla
y que si habla se equivoca.
No sé si no lo ven o se es que
su mundo yo no veo; algo raro debe haber
si parece doler tanto aceptar un
abrazo que les enseñe tras el mar y las
olas, a ojos cerrados, el suave canto de
los universos nuevos. No es que me haya
puesto triste o serio. Lo parece, ya lo sé,
pero lanzo palabras al aire que rebosan
del nombre de mi dios bueno y me apena
un tanto ver que se me quedan atrás
los hermanos que pretendo. La duda es,
quiero decir, que me dudo a veces,
si es que no me siguen o es que yo
no llego.
Friday, December 12, 2008
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