La tengo olvidada, es cierto, la tengo olvidada. Pero jamás me olvido de ella. Y le debo un homenaje. Vamos a entrar en noviembre y brilla aún limpia como una mirada limpia
Me da igual cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva
pasear por esas callecitas tan estrechas…
La oímos hablar cada día, con rumor de río, de alcaldes y políticos, de corruptelas, atascos y obras; de sevillanos en paro, de sevillanas sin trabajo, de nombres conocidos por nuestras calles, de abuelos y abuelas que cuidan de nuestros hijos… y de nuestros destinos
Me senté en una plaza llena de colores
y aspiré el suave aroma que dejan las flores al amanecer
Pero, ahora que lo pienso, no es un olvido. Es el silencio de la presencia inmutable. Es el no hablar de la amada siempre presente, de la ciudad que te presta su suelo y su aire. Es el callar cómplice de la intimidad
Recorrer senderos por el parque de Maria Luisa
y tirar piropos que se eleven con la brisa
No tengo otra razón, pero oyendo la magia de esta voz se me hizo necesario hablarle un poco a Sevilla y dejar entre el paréntesis de este abril de otoño a los que nos gobiernan y a lo que nos desgobierna
Quiero ser un vagabundo más
tapado por estrellas que alumbren mi ciudad
Es la magia de ser los protagonistas de esta ciudad blanca y serena que jamás nos da la espalda. La magia de un azul nube que se resiste a irse como se resisten los sevillanos a bajar la vista y arrodillarse a la tristeza. Era sólo eso
Compartir en la noche un momento
compartir en silencio el deseo de vivir
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