Creí que la charla política había terminado después de todo un fin de semana dedicado a ello, pero cuando he subido al AVE para volver a Sevilla, me he encontrado con compañeros y compañeras que también volvían a casa, a Sevilla.
Estamos cansados, pero se nos nota la satisfacción en las caras. Venimos de una fiesta enorme. De un acontecimiento que le devuelve el brillo al gran avance de la humanidad. Venimos de celebrar la democracia como ciudadanos. Desde el viernes hasta el domingo, hemos estado encerrados hablando y discutiendo sobre lo que los ciudadanos de este país quieren y necesitan. Hemos aprobado llevar a la política las opiniones de las personas de la calle que todos somos. Como ciudadanos, hemos decidido que si no hay otra manera de hacerse oír en política más que siendo de un partido político, pues seremos ciudadanos que crean un partido político para hacerse oír. No seremos eso que en la calle se llama “los políticos”, seremos la calle haciendo política y por eso hemos decidido poner en manos de la sociedad española la posibilidad de que le gritemos de una vez por todas a quienes gobiernan su pequeño país a expensas de todo un país que ya está bien, que todos somos partes iguales de un proyecto común. Seremos la calle ofreciéndole a la calle misma, la posibilidad de que a todos nos cueste igual el voto del partido al que votamos, por pequeño que sea ese partido. Hemos decidido ofrecerle a la calle, en las aceras y en los semáforos, bajo los árboles o asomados al balcón, la posibilidad de decir a boca llena a nuestros gobiernos que no queremos ser ciudadanos de un país que no defiende a los oprimidos de Cuba y a los masacrados del pueblo saharaui…
Sí, ya lo sé, somos una cosa rara. Un grupo, grande para ser grupo, pero tan pequeño aún que os estamos necesitando con los brazos abiertos, un grupo, decía, de mujeres y de hombres que se ha hartado de tragar lo intragable y que se ha echado a la calle a poner las cosas en su sitio, porque no hay enemistad entre partidos ni derecho histórico ni conveniencia o corrección política que estén por encima de su derecho (sí, del suyo, del de usted) a que, quienes usted vota, se dejen la piel si hace falta para que usted se hinche de orgullo cuando diga que a esa persona, “la he votado yo.”
1 comment:
Gracias por tus palabras y sentimientos
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