Están diciendo de todo en todas partes sobre la convención del PP en Sevilla. Sí, esa reunión que han tenido este fin de semana Rajoy y su equipo en nuestra ciudad. Lo habrán oído seguro, que si son unos irreverentes por celebrar tanto cuando aún no tienen nada, que si en estos tiempos que corren (qué pereza ya con ese argumento, ¿verdad?) no pega que parezcan tan felices, que es una frivolidad… pero nosotros los sevillanos sabemos, seamos de una cuerda o de otra, que eso es sólo la superficie. Lo importante es que se han reunido en nuestra ciudad. Nosotros sabemos que es la mejor del mundo, claro, pero ¿por qué se han reunido aquí? Nosotros lo sabemos, los andaluces en general lo sabemos: porque somos poderosos; porque Andalucía pone y quita gobernantes. Si las ocho provincias andaluzas votaran unánimemente a alguien, probablemente, lo llevarían a Moncloa. Nadie nos lo cuenta tal cual y la verdad es que no sabría decirles la causa. Igual no les interesa que tomemos conciencia de nuestra fuerza… como si no tuviéramos la fuerza y la conciencia. Lo que pasa es que los andaluces y los sevillanos somos gente dosificada que miramos pasar a los demás mientras dejamos que el sol de la terraza brille en el cristal de los vasos. El PP ha sido bienvenido, el PSOE lleva más de dos décadas siendo invitado a dirigirnos. Ahora, todos nos tiran los tejos porque están viendo que no estamos conformes y que aquel eslogan que don Alfonso Guerra inventó para el 82 “Por el cambio” vuelve a hacerse oír por las calles. Ya nos haremos oír nosotros. Dijo Rajoy que tenemos hambre de urnas… es una forma de decirlo, pero sí es cierto que tenemos hambre de ideas, honradez, soluciones y gente cabal. Muchas veces me dejo llevar por la indignación y critico a quienes legítimamente ejercen la representación de quienes viven en Andalucía. No es una actitud muy democrática. Se llama enfado e impotencia, pero en el fondo respeto desde lo más profundo la decisión que la comunidad tomó. Ellos y ellas, quienes se dedican a la política también saben que ustedes mandan, por eso han venido, para ponerse de rodillas ante la soberanía y ofrecer sus servicios. Tenemos, porque ya huele a urnas, a los políticos a nuestros pies. Usemos nuestra espada y ordenémosles caballeros y caballeras a ver si de una vez por todas se dan cuenta de que a Sevilla, a Andalucía, a España, a cada hogar de este país se va a entregarse, y no a ver qué se llevan, porque, digan lo que digan cuando pierden, ningún voto es robado, sino entregado en el sagrado acto de la democracia.
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