Aminatou ya está a salvo. Ya está en su casa y en su tierra. Está todo arreglado. Una simple señora de un simple territorio ocupado con el simple hecho de dejar de comer ha movido el mundo, y el mundo ha cambiado. Un gobierno totalitario ha apelado a los derechos tradicionalmente defendidos por Europa. Una Europa normalmente cauta y poco combativa ha hablado de tomar postura y ha amagado. Estados Unidos se ha dejado ver. Ella no ha cedido ni un milímetro en su lento suicidio en pos de la nada.
Hay muchas cosas bellas en todo esto. La belleza del sacrificio ilimitado por una idea a la que se le concede más importancia que a la propia vida. La belleza de gobiernos y gobernantes preocupándose por la vida individual de alguien que, tan sólo unas décadas antes habría sido eliminada con toda impunidad. La belleza de un sistema de gobierno monárquico que, en un mundo islámico aplastado por la imagen de la barbarie, confiesa actuar por razones humanitarias. La belleza de una familia que se reencuentra tras semanas de pánico.
Se podría decir que el mundo ha cambiado, pero no es cierto, el mundo no ha cambiado. Lo hemos cambiado nosotros. El simple análisis de la historia nos da la razón: los gobiernos, cuando no son del pueblo, son crueles. Somos los pueblos los que estamos cambiando el mundo. Los pueblos tenemos lo que nos une a todos los humanos, tenemos bondad y amor. Los pueblos nos estamos convirtiendo en la alternativa necesaria.
Todo lo que se ha hecho en el caso Aminatou se ha hecho pensando en la reacción de los votantes, y los votantes somos tú y yo, y los presidentes de gobierno y de repúblicas, los reyes y los desahuciados. Cuando reina la libertad y la democracia, los seres humanos ganan. Sé que se pueden hacer muchas críticas a muchas cosas, pero la Navidad está cerca y muchas familias de Utrera tenéis un trocito de vuestros corazones por aquellas tierras. No era momento de hacer política (si es que hay algo que no sea política). Hoy es momento de respirar de alivio y de soñar con que todas las vidas del planeta que peligren se encuentren el destino de Haidar. El destino de millones de voluntades decididas a apostar por la vida por encima de tierras y gobiernos. El destino que todos merecemos, porque, lo que es necesario es que no exista otra alternativa que defensa irrenunciable de lo justo. Y justo es que cualquier idea o terruño, que incluso siglos de historia nunca sean más valiosos, nunca, que la vida, que tu vida, que la vida, hoy comienza todo de nuevo, de Aminatou Haidar.
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