Puedo asegurarles que mi propósito era seguir con cosas de Sevilla, que ya llevaba una racha bastante decente, pero como pudieron comprobar en mi primera intervención en esta columna, cuando de Su Majestad El Rey se trata, me cuesta trabajo reprimirme. En aquella ocasión proponía, de corazón, que se presentase a presidente de la República. Hoy lo reitero, porque es un error enorme que el más sensato de nuestros gobernantes, Jefe del Estado y, por supuesto, la cabeza mejor amueblada y el más sensato corazón del Gobierno Central no tenga poder alguno. Por Dios.
Y es que, créanme, me pone de un humor de perros ver en la tele a la vicepresidenta del gobierno vociferando que el Rey no está haciendo nada para que no pensemos que son tan inútiles como realmente son y que Don Juan Carlos ha tenido que tomar (educado y jovial, pero serio) cartas en el asunto. Noooo. Decía de la Vega, no es ese el tema, decía.
Luego Cospedal diciendo que el pacto o es no sé qué o no vale.
¿No están de acuerdo conmigo? En serio, ¿no debería nuestro Rey disolver su casa y presentarse como presidente de un nuevo sistema político donde el que gobierne sea el más lleno de sentido común, aquel que sea capaz de aunar voluntades e inteligencias?
Yo tengo la sensación de que andamos en España y en Sevilla como fantasmas después de un desastre, caras inexpresivas buscando entre las ruinas de lo que pudo ser y no fue. Zombis a la espera de que ocurra algo en los dos años que nos quedan de legislatura que haga que la cosa cambie para mejor. O que por lo menos se mueva. Palante o patrás, pero que algo se mueva y comencemos a rodar…
Majestad, Señor, ya que no le queda otra atribución constitucional, dé un golpe en la mesa, que los gobernantes y los opositantes den un repullo, abran los ojos, no sean cicateros con Su Majestad, ni con los españoles a los que representa, y le concedan el mérito, la voz y el voto de confianza que merecemos. Que vean que para ser grandes es necesaria la generosidad que Su Majestad tuvo de renunciar a casi todo para conseguirlo todo. Ese sí es el tema.
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