Ya se nos va el mes de julio. Todos los años igual. Parece que ayer estábamos tomándonos las uvas y ya ha pasado medio verano. La actualidad sigue plúmbea y la política inmovilizada por las mordazas del calor. La crisis se derrite pegada a las portadas de los periódicos y las playas se llenan de gente fosilizada en la arena como camaleones a la espera de un movimiento con sentido.
Para romper la monotonía se organizan fiestas y desmadres. La escusa da igual, lo importante es buscarse un túnel de salida o de entrada a la aventura. Y esta vez ha sido en Alemania. Un millón y medio de jóvenes dispuestos a divertirse y decenas se han dejado la vida. Buscando un rato original han entrado en la eternidad. Se llamaba la “Love Party” y se ha convertido en una metáfora del verano. En la oscura sala de espera de una diversión asegurada ya para nunca.
Es un poco tétrico, ya lo sé, y espero que me perdonen, pero ante la atonía de noticias de cada verano, esta tragedia se ha abierto camino en los noticiarios de toda Europa, que, como pueden comprobar por la existencia de dos víctimas españolas es cada vez más un pequeño país dividido en unos pocos de estados. Qué manera de romperse corazones y familias, qué muertes absurdas y aplastantes. Por ninguna causa, por ninguna razón, para ningún fin. Suponemos que esas son las peores, porque los seres humanos vivimos de que las cosas tengan sentido, y esas muertes en Alemania han sido absurdas hasta la estupidez. Ahora se buscarán responsables y pagarán la negligencia sin pagar nada ni devolver nada más que arrepentimiento. Las cosas que pasan, ¿verdad? Es difícil buscar culpables y soluciones, pero a mí me da la impresión de que si en el equipo organizador de la fiesta del amor hubiera habido una madre de las de por aquí, de esas que siempre están viendo peligros por causa del amor, igual hubiera sido diferente. Nunca se verá y la juventud seguirá buscando música y desmadre. Pero deberían apuntarse la idea, para que la palabra desmadre abandonara el olor de la tragedia, tendrían que incluir a las madres en las organizaciones, ¿no creen?
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