No sé si se notarán en la política mundial muchos cambios desde que subiera al poder el presidente americano. Barak Obama venía con la fanfarria del progresismo y de aires nuevos. No sé si el planeta los nota ya y si el premio Nobel habrá financiado la vida a algunos humanos. Seguro que sí, pero no es eso lo que me llama la atención de todo esto. Es el cambio de actitud de nuestra progresía más rancia lo que me tiene anonadado.
Desde aquella sentada que Zapatero le pegó a la bandera americana en el desfile de las fuerzas armadas no ha pasado tanto tiempo. En realidad no ha pasado casi nada de tiempo; y fíjense cómo ha dado la vuelta la tortilla: Lo que se llevaba para ser moderno en este país nuestro era ser muy crítico con el yankee y ser muy firme con la intransigencia ante el imperialismo… nos costó caro. Muy caro. Hoy, como el presidente americano es icono de modernidad y progresismo, ya no se le debe falta de respeto. En lo que se equivocan los progres nuestros es en pensar que George Bush y Barak Obama representan a dos países distintos. No es cierto. Esa bandera a la que Zapatero despreció de forma tan notoria, es, para ellos, el símbolo de su nación. De todos ellos. Y en los Estados Unidos de América, no es un deshonor colgar la bandera en el porche, sino que la izan a gala cada día como nosotros lo hacemos sólo el día que se gana un partido.
Está bien. Obama es una señal de que el planeta avanza a mejor. Tiene mi admiración como tiene mi admiración el buen pueblo americano. España le ha rendido homenaje en la persona de la primera dama. ¿Se han parado a contar las horas que se le han dedicado a esa visita, incluyendo el helado que la joven Obama iba a tomar? El personaje, en realidad es, en sí irrelevante según la política española. Si se fijan, aquí a penas se les presta atención a Sonsoles o a Ana Botella (… bueno, a ella algo más porque había que dar caña) Sin embargo esta visita ha copado el noticierío de finales de julio y principios de agosto. No lo veo mal. Supongo que ustedes tampoco. Sabemos de sobra que nunca será recíproco, pero las cosas son como son. Supongo que ustedes saldrían corriendo a contar que los ha visitado en casa Antonio Banderas o Penélope Cruz, pero no el repartidor… en fin, se nos ha acabado uno de los circos de este verano en el que hemos hecho de espectadores y de comparsas. Esperemos que tras esto nos concienciemos todos de que una bandera no es sólo un trozo de tela sino que hay países y pueblos detrás. De que una primera dama no es sólo la casual compañera de viaje de un electo… y que cuando llegue el momento de que tengamos primeros damos porque tengamos más presidentas, les demos el mismo trato glamuroso… por cierto, Zarkozy está con Carla Bruni, pero Ángela Merkel, ahora que lo pienso, ¿está casada?
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