Orlando Zapata. Protagonistas Sevilla. Punto Radio. 02.03.2010

Muchas personas a las que quiero lo están pasando mal. El mundo se les mueve bajo los pies. En mi pobre palabra, sólo se me ocurre decirles que Dios, para arreglarnos la vida, hay veces que la destroza… Qué lastimoso consuelo.

Parece que el planeta tierra pensara lo mismo. Los humanos no tenemos la costumbre de arreglar cosas hasta que las cosas fallan y la tierra ha tomado nota de ello. Tenemos necesidades ante nuestros ojos y no las abordamos hasta que no ocurre un terremoto.

¿Se han fijado que eso ocurre a todas las escalas? Sobrevivimos en parejas insostenibles hasta que una catástrofe nos obliga a decir, por fin, un adiós inevitable. Aguantamos en trabajos de tortura hasta que nos despiden o reventamos. Seguimos gobernando ayuntamientos a pesar de juicios y querellas. Continuamos de presidente de la Junta incluso sin que nadie votara realmente por nosotros. Nos mantenemos al frente del gobierno de una nación como si fuéramos el capitán de un barco que se hunde por accidente y no el lastre que permitiría remontar el vuelo.

Los seres humanos somos gente rara, no me lo pueden negar. Los muertos se nos acumulan bajo los escombros. Los parados se acumulan por las esquinas y pasan los lunes a un sol que ha decidido dimitir y no aparece en el cielo. Orlando Zapata ha muerto en cuba sin que nadie oyera su grito ni nadie se haga valiente eco de su justa petición. Con Aminatou hicimos un terremoto y ante las víctimas movimos el mundo. Con Orlando Zapata hemos esperado a que los escombros caigan sobre los inocentes. ¡Qué destrozo del mundo!

Nos creemos que el amor es para siempre, que la democracia y los cargos y los votos y las tragedias y las alegrías son para siempre… y no nos damos cuenta de que hay que conseguir que el universo exista y sea perfecto cada día. Ni ayer ni mañana. Ya.

Perdónenme el tono de profundo optimismo, pero es que no sé cómo decirles lo fácil que es y lo cerca que está el fin de los problemas si atendemos a los terremotos. Pero sin miedo y con una cierta prisa tienen que ser atendidos. Si hacemos como que no oímos, como hemos hecho con Zapata, seguirán existiendo los destrozos para que tengamos algo que construir.