El marxismo y las izquierdas nacieron cuando la realidad social que sufría el proletariado se hizo insoportable.
Hoy día, ese concepto de proletariado ha cambiado profundamente, entre otras cosas porque la modernidad y la evolución social han hecho que la mayoría de los currantes no tengamos una prole, sino que, con muchos tejemanejes, consigamos conciliar a duras penas la vida laboral y la tenencia de uno o dos retoños a lo sumo.
Otra de las cosas que, afortunadamente, han cambiado es la ausencia de miseria. Las cosas están mal. Hay gente que no tiene para comer con dignidad, pero esa miseria decimonónica ha cambiado y ya no hay imágenes de Oliver Twist en las retinas.
¿Cuál es entonces ahora la dialéctica social? ¿Dónde está la lucha de clases? Por mi parte, tengo la intuición, de que, aunque la estética sea muy distinta, en el fondo, nada ha cambiado en las personas. Ha cambiado la coyuntura de comportamiento del sistema. El machismo está proscrito, la democracia suaviza las tiranías… pero si lo analizamos bien, sigue habiendo una clase feudal, señoritinga y mandona que se cree en el derecho de pernada de hacer lo que le venga en gana. Y nosotros, la plebe, se lo seguimos dejando pasar como si fuera parte inevitable de las cosas.
En el ayuntamiento de Sevilla alguien ha pensado que es mejor cortar el tráfico en el centro. Poco importa que se le fastidie la vida a miles de personas que tienen que llegar a él para trabajar. Poco importa que, por ejemplo, desde Torneo a Gavidia no haya ni un monumento que preservar. Da igual, los señores feudales de la modernidad han decidido que así ganarán votos o popularidad o Dios sabe qué y, subidos en sus cabalgaduras de coches oficiales, se disponen a desfacer entuertos y a liarlo todo. Ellos no tienen problema: tienen coches oficiales con chóferes o chóferas oficiales pagados por los que, a partir de ahora no podremos circular libremente por donde ellos y ellas sí podrán pasar.
Cuánto desprecio me despiertan y cuánta impotencia. Supongo que cuando un minero del siglo XIX veía cómo los capitalistas de su época le manejaban la vida a su antojo no se sentía de forma muy diferente.
Hay algo que sí ha cambiado. Hoy día no hace falta un nuevo Carlos Marx, hoy todos tenemos voz y voto. Y tenemos redes sociales donde crear grupos para unirnos y para protestar. Igual los que necesitamos el centro para sobrevivir no somos la mayoría de los ciudadanos, pero la democracia y el socialismo nacieron para proteger a los desprotegidos, fueran mayoría o no. Si alguien de ustedes puede y quiere desarrollar una nueva filosofía política de protección al administrado sevillano, por favor, que abra un grupo en facebook y que cuente conmigo, que los malhechores siguen vivos.
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