Hoy tengo un bajón enorme. Mañana volvemos a la normalidad. Me resisto. Le doy gracias a Dios por poder volver a un trabajo pero me resisto a conformarme con que eso que ocupa casi todos los días del año sea realmente lo normal. De hecho, y si lo miran bien, toda la carrera de la evolución humana es aguantarse con lo anormal e intentar ir modificándolo para convertir lo bueno en normal.
Me imagino que si le hubiéramos preguntado a un caballero medieval que qué sentía al acabar las vacaciones, la misma pregunta en sí le hubiera parecido un despropósito. Y nos hubiera contado que su normalidad consistía en batallar, intrigar, someter… y a saber qué relación tendría con su familia. ¿Y se imaginan lo que nos contaría un jornalero de aquella época?
Incluso a principios del siglo XX lo normal era la miseria y el trabajo de sol a sol. Luego fue normal una dictadura de la que poco hay que contar.
Hoy son normales muchas cosas mejores que todas las del pasado. Hay que seguir mejorando otras tantas, para no perdernos en este pantano en el que estamos.
Pues eso, hoy día, lo normal para volver a la normalidad son los madrugones sin descanso, ver poco a la familia, trabajar hasta perder el sentido de la orientación. Para los jóvenes, lo normal es pasar el día inútilmente sentados en un sistema de enseñanza desnortado y fracasante. Para quienes no tienen trabajo lo normal es un túnel sin salida aparente agobiados por las facturas y la falta de ingresos.
Qué relativo es todo. El trabajo dignifica y aliena a la vez. Es un castigo para los que lo tenemos y una esperanza lejana, una necesidad imperiosa para quienes sufren el castigo de su inexistencia…
Vuelve septiembre. El año sigue adelante como es normal. Como es normal, comienzan los anuncios de fascículos, de material escolar, de vuelta al cole… en unos meses veremos el anuncio de cava, y se iluminarán las calles. Las personas normales en sus vidas normales. Menos mal que normal viene de norma. De regla. De ley. Y es de ley que tarde o temprano lo anormal deje de gobernar nuestros días. Crisis significa cambio, ya lo saben. Normalizarnos es el sueño que nos ocupa. Con la vuelta a la normalidad volveremos a estar caídos de sueño.
Hoy tengo un bajón, espero que perdonen esta columna tan poco normal… tan… normal por otro lado.
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